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jueves, 23 de mayo de 2013
Nómadas
¿y no te da miedo dejarlo todo?
¿Y vas a abandonar a tus hijos y a tus nietos?
¿Y no te asusta no tener donde echar raíces?
Las preguntas se agolpan en las gargantas de mis interlocutores cada vez que salen mis proyectos a pasear, incapaces de comprender esta ansiedad que me lleva empujando desde que soy capaz de recordar.
Lo complejo es poder explicarla. ¿Como poner en palabras el impulso que exige al nómada levantarse y partir?
¿Tan mal estás aquí? ¿donde vas a encontrar otro sitio donde vivas mejor?
¿Y como dibujar en la mente de mis amigos esa necesidad de saber que hay mas allá de donde alcanza mi vista?
No tengo armas suficientes para poder trasmitir a los que me rodean como es esa orden imperiosa que convierte una llegada en la siguiente partida.
No estoy seguro de si me convertí en nómada porque me desarraigué u opté por el desarraigo por mi carácter nómada. Lo cierto es que nunca me he sentido de ningún lugar en concreto y siempre he estado a gusto allá donde he llegado. Mi juventud fue un dejarme llevar por ese impulso hasta que me detuve en este lugar donde he pasado los últimos 30 años.
No me quejo. Lo decidí y lo asumo sin dolor. Pero ahora, cuando estoy a punto de entrar en el último tercio de mi vida, crece de nuevo en mi la pasión de emigrar. Todo el entorno se ha convertido en espesos muros que me impiden ver y solo añoro lo desconocido
¿Y tiene que ser en el mar? ¿No te daría igual un auto caravana?
Ah¡¡¡ La respuesta a eso da para otra entrada como mínimo. Pero a modo de adelanto os diré que creo firmemente que cada uno de nosotros, hombres y mujeres, tenemos querencias, gustos e ilusiones diferentes. Y todas son absolutamente respetables. Yo he elegido el mar. No soy capaz de imaginar otro medio donde poder hacer real este sueño ni satisfacer este deseo de reconocer cada palmo de tierra a donde se pueda arribar empujado por el viento.
A medida que mas me adentro en este mundo de locos por el mar mas me voy reconociendo parte de esa tribu de seres errantes, capaces de estrechar lazos unos con otros en unos minutos para deshacerles horas (o días) después porque una buena meteorología les incita a continuar rumbo.
Seres de viento y agua que trazan líneas sobre las olas en su incesante vagar. Nómadas.
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