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domingo, 19 de noviembre de 2017

Quimura belga. Cambio de bandera

Las banderas identifican la nacionalidad pero el nacionalismo solo es una cuestión puramente emocional. Quiero decir que el hecho de haber nacido en tal o cual sitio no implica automáticamente la necesidad de pertenencia e identificación colectiva. No es mas que un dato  puramente físico: esto ha ocurrido aquí. Luego la educación, costumbres y cultura nos talla la personalidad nacional. Nos identificamos en lo común que a su vez nos diferencia del resto de los pueblos. 



Todo este análisis, si pueden llamarse así estas breves reflexiones, está generado por mi decisión de dar de baja de la bandera española al Quimura. Reconozco que no ha sido sencillo. Las dudas sobre el trámite y sus consecuencias posteriores unidas a la cuestión emocional me han tenido dándole vueltas al tema durante varios meses. 

Las dudas y consecuencias, debo reconocerlo, fueron rápidamente superadas. Primero porque la legislación española es una acumulación de requisitos, exigencias e imposiciones que superan con creces cualquier otra cuestión: Zonas de navegación que establecen equipamientos y limitaciones totalmente exageradas a mi humilde entender, homologaciones del material a instalar así como quién puede hacerlo, revisiones de los equipos mucho mas allá de los que los propios fabricantes establecen, revisiones a precios exorbitantes. Casi parece que el conjunto de la legislación está mas pensado como fórmula recaudatoria que como protección y regulación lógica. En fin, para que voy a continuar. Creo que los posibles navegantes,  o armadores, con bandera española que me puedan leer saben de lo que hablo. 

Por contra la legislación belga, bandera bajo la que seguiré navegando, es mucho menos rígida y financieramente mucho más asequible. No hay mas zonas que la diferencia entre aguas internas y externas. Una serie de requisitos mínimos exigibles dejando lo demás al criterio de seguridad del patrón. La homologación europea es suficiente para la compra e instalación de equipos y quién los instale es cuestión del propietario de la embarcación. Solo estas pinceladas son suficientes para decantar la decisión hacia el cambio. Incluso superan la decisión del Gobierno español que, ante la avalancha de solicitudes de baja de la bandera nacional, se inventaron el decreto que obliga a los patrones de nacionalidad española que naveguen bajo bandera belga pero en aguas españolas a estar limitados por lo autorizado en su titulación. Vamos, que cuando mi barco tenga bandera belga si navego por Andalucía no lo puedo hacer mas allá de las 12 millas pues mi titulación náutica es la de patrón de embarcaciones de recreo (PER) 

La otra parte del problema, la emocional, ha sido mas complicada. Me siento español, que le vamos a hacer. Me gusta que se me reconozca como navegante español luciendo mi bandera en la popa del Quimura. No hay paliativos para esa dolencia. Me molesta que un país que no deja de ser parte de una península y que está rodeado de mar por sus tres costados, con costas y mares tan hermosos como diferentes y una historia naval digna de estudio parece que legisla para alejar a los aficionados de la náutica de recreo. Es más, casi parece que lo que pretende es dejar esa "pasión" solo a las clases económicamente favorecidas poniendo trabas y barreras a todos los demás. Y aún así, me asaltaban los remordimientos. ¡Pero si no quiero dejar de ser español! ¿Que tengo yo que ver con el gobierno belga? ¿Por qué tengo que pagar a los belgas, aunque sea poco? Una tras otra se me planteaban cuestiones cuya respuesta estaba lejos de la lógica y muy ceca de lo básicamente emocional. O sea, puro nacionalismo. 

Las dudas me las disipó el propio Ministerio de Fomento. En concreto la Capitanía de Marina. Empujado por esas cuestiones emocionales tomé la opción de ir a enterarme de lo que tenía que hacer para subir de zona. Quimura está en la zona cinco desde que pasó a mis manos y, teniendo en cuenta de que el próximo año, 2018, me "tocaba" pasar la ITB, pensé aprovechar la ocasión e informarme de los requisitos para pasar a la zona cuatro. La sorpresa fue desagradable. La propia funcionaria, muy simpática, por cierto, además de sincera me dijo que dada la edad de mi barco y la carencia de de certificado de navegación original, no podía dejar la zona cinco; lo mas que podía intentar es solicitar un proyecto pero que esa opción, además de cara, no me aseguraba el paso a la zona cuatro. Yo argumentaba que si adquiría todo lo exigido para la nueva zona ¿como era posible que no pudiese? mis cortas entendederas no se si lo captaron bien pero creí entender que era una cuestión puramente burocrática.

Esa fue la gota que colmó el vaso y me aclaró todas las dudas. La lógica se impuso y al día siguiente había presentado la solicitud de baja en la bandera española. Ahora estoy recopilando toda la documentación necesaria para solicitar el alta en la bandera belga, traduciéndola al francés y esperando la llegada del documento que acredita mi baja en la nacional para iniciar el tramite belga. Gracias a la Taberna del Puerto, ese foro de navegantes tan eficaz, he sido informado de todo el procedimiento y casi animado a hacerlo de forma particular, lo que me resulta mucho mas económico que si lo encargo a un profesional. Asumo el riesgo esperando no cometer demasiados errores. 

Así que espero  que  al año que viene en mi popa ondee una bandera que no es la mía pero si la de mi velero y que gracias a ella tenga mucha mas libertad de movimientos y facilidades de gestión ademas de precios a mi alcance. Eso si, la bandera española seguirá luciendo a bordo, no por cortesía sino porque es el emblema que identifica a su patrón. 



2 comentarios:

  1. Hola Ángel.

    vengo rebotado de otro blog y no he podido dejar de leer el tuyo, interesante. Te adjunto el nuestro por si quieres leer el nuestro. te pongo en los enlaces de nuestro blog. adeu

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