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martes, 28 de mayo de 2013

Trabajos forzados

Las fotografías nos muestran a los navegantes en hermosos días de sol, bajo un cielo de radiante azul que enmarca la hermosa silueta de dos impolutas velas blancas que recogen eficientemente el viento que impulsa la nave. Idílico. Lo que no enseñan esas instantáneas es la parte dura que implica la posesión de un barco: ese mantenimiento que debe hacerse de forma tan permanente que podrían considerarse auténticos trabajos forzados. En estos días he tenido oportunidad de aprenderlo.


El Patrón de nuestro velero ha decidido acometer la limpieza de la obra viva. Y sin mas dilación se ha puesto manos a la obra. Primer problema: encontrar un varadero que nos permitiera realizar a nosotros la faena. No  todos lo aceptan. Ha sido posible en el puerto de Fuengirola. Hubo que madrugar para llegar de los primeros y poder sacar el barco prontito, sobre las nueve de la mañana. Con el barco todavía colgado de las cinchas y usando agua a presión, se le ha quitado la capa de algas, caracolillos y demás incrustaciones que se han ido adhiriendo a su superficie y que, a decir del jefe, hacían que nos arrastrásemos sobre el agua. Tiene una frase muy descriptiva sobre el tema: es como ir sobre una alfombra.



Debo decir que ese día yo no participé en la faena, así que solo hablo de oídas. Tras colocarlo en su cuna, hay que dejarlo secar suficientemente como para comenzar con el lijado. Ese primer día atacaron por la tarde esa tarea. Al día siguiente ya e incorporé al equipo. 

Con el casco fuera se comienzan a ver muchas cosas que deben atenderse. En nuestro caso, vimos que el ánodo de la hélice se había roto. Así que uno se dedicó a su desmontaje aprovechando ya para ajustar de nuevo las palas.



 El lijado a fondo del casco no solo es un trabajo duro sino que puede resultar peligroso. La cantidad de polvo que se levanta es tal que conviene protegerse adecuadamente con gafas, mascarilla y ropa adecuada lo que no va a impedir que al finalizar te veas tiznado de negro y con los ojos que parece te hubieran metido papel de lija debajo de los párpados.


La idea fundamental es dejar el casco liso a mas no poder. Tanto que puedas pasar la yema del dedo sin notar salto alguno. Eso supone un gran esfuerzo físico tanto por la presión que debes ejercer como por las posiciones que debes adoptar sujetando el peso de la máquina.


Tres personas nos dedicamos a esa labor durante toda la mañana sin casi descanso. Al finalizar los brazos eran un amasijo de músculos machacados que me era difícil controlar. Inmediatamente se te viene a la cabeza una idea: Si un barco de tan solo 29 pies exige este esfuerzo ...¿que supondrá uno de 35 o mas? Para aliviar ese pensamiento el patrón me dice que esto solo se hace cada tres o cuatro años. Si se tiene el cuidado de hacerlo bien, como nosotros en esta ocasión, las siguientes varadas anuales solo son para limpiar algas y caracolillos y pintar con el anti adherente (el dichoso antifouling).

Esa tarde yo no podía quedarme con ellos trabajando. Fue su esfuerzo el que consiguió dar la mano de imprimación


A primera hora de la mañana siguiente me encontraba listo para enfrentarme al pintado del anti adherente. La primera mano la hicimos entre dos. Justo los que menos sabíamos del tema. La Técnica, a decir de los entendidos, consiste en estirar muy bien la pintura, yendo desde la proa hacia la popa y llevando el rodillo en sentido longitudinal del casco. Para evitar manchar lo que no corresponde, hay que encintar la línea de flotación.


El siguiente paso ha consistido en pulir el costado de la obra muerta. Sacarle brillo.
Dar cera. Pulir cera. Pues eso. Primero se da una mano de producto limpiador y abrillantador.


Luego se abrillanta con la maquina provista de una badana que hay que ir humedeciendo para quitarle capacidad de abrasión. Por último se vuelve a dar una pasada pero usando esta vez una badana mas blanda para sacar el máximo de brillo.


Mientra yo estaba con el pulido, otros compañeros terminaron por dar las tres manos de "antifouling" y otros  dedicados a limpiar el inter cambiador del motor o instalar una nueva membrana a la bomba del water.

El último paso, antes de devolverlo al agua, tuvo que hacerse de nuevo colgado por las cinchas para terminar de lijar y pintar las partes que estaban cubiertas por los soportes de la cuna.

  Sin contar con la mano de obra de un equipo de seis personas que, aunque no estuvimos siempre al completo, realizamos entre todos el total de la puesta a punto, los tres días y medio de varada, mas servicios de luz y agua, sacarlo y devolverlo al agua supusieron unos trescientos euros mas el costo de la pintura. Nada que ver con los mas de novecientos euros que nos presupuestaron por hacer lo mismo que hemos hecho nosotros. Está claro que el mantenimiento de un barco supone un esfuerzo económico que se reduce sobremanera si el esfuerzo se hace personalmente trabajando en vez de encargar a otros  su realización.

Ahora solo nos queda disfrutar de este casco liso y pulido. Lo haremos participando en la regata de Alborán. Pero eso será tema de otra entrada.

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