Entradas populares

jueves, 14 de septiembre de 2017

Navegar con niños

No, no es fácil navegar con niños. Por lo menos a mi no me resulta sencillo. ¿Por que? Pienso que para ellos puede resultar aburrido. Y con ese adjetivo me refiero a la idea de navegar, es decir a salir a la mar sin mas objetivo que flotar dejando que el viento juegue con tus velas mientras te empuja sobre su lomo. 
 Los niños necesitan actividad. Pienso que por eso les gusta mucho mas la navegación con vela ligera, en la que ellos son los verdaderos patrones y las regatas, que te obligan a estar permanentemente en alerta y que aportan ese sentido de la competitividad que ellos manejan con tanta afición. 




Por el contrario, navegar en un crucero les supone, para empezar, algunas dificultades. Lo primero es la dificultad de manejo de las escotas o drizas. No tienen la suficiente fuerza para trabajarlas en solitario. Todo lo deben hacer ayudados o ayudando lo que les elimina esa necesidad de protagonismo que prácticamente todos los niños necesitan. Mis nietos, cuando vienen conmigo, tienen trabajo asignado. Ellos saben encender la batería, el motor, el GPS, piloto automático, radio; ellos preparan la maniobra soltando los cabos de escota o enrollador; y saben manejar el piano para preparar la maniobra de la mayor.
Pero eso les mantiene entretenidos solo un rato. Insisto, por lo menos a mis nietos. Luego, en cuanto izamos velas y se trata solo de disfrutar, comienzan las caras largas. 
Abuelo...¿puedo irme a proa? ¿puedo jugar en el camarote de proa? ¿puedo salir por el tambucho de proa?

Ante estas situaciones, repetidas varias veces ya, he aprendido que con ellos salir a la mar es otra cosa. 
Navegación no muy larga o con paradas para actividad lúdica. 
La idea original me la proporcionó la salida que hicimos con mis nietos y unos amigos, Cuando se estaban poniendo ya algo nerviosos, y eso se nota por roces entre ellos sobre todo, decidimos parar el barco y bañarnos en alta mar. Mientras ellos se preparaban con sus gafas de buceo o mascaras, que eso tenía mi nieta, yo use la relinga del salvavidas, de unos treinta metros, para hacer una zona de seguridad cazándola desde la cornamusa de popa a la de proa por la banda de babor. 
La escalera de baño de mi Quimura no es muy cómoda. De hecho los mayores no se bañan por miedo al momento de la subida a bordo, pero la bajada tampoco es sencilla. Así que les planteé la idea de saltar desde la cubierta por encima del guardamancebos. 
El resultado, en boca de ellos mismos ante sus padres, fue de... ¡uno de los mejores días de su vida!

Las fotos dan testimonio. Yo, tan feliz que flotaba andando en el viento. 


Mi nieta, lanzándose en bomba


Y el pequeño que parece que quiere dar una voltereta en el aire antes de caer al agua


Nos vieron disfrutando de tal manera que hasta nuestra amiga se decidió a probar aunque, mas bien, parece andar sobre el alambre como una equilibrista


Está claro que me tengo que hacer con elementos variados, tanto físicos como de actividad, para que se sigan divirtiendo a bordo como ese día, que hemos vuelto a repetir con idéntico resultado. Eso me ha enseñado que lo que yo siento en la mar no es la única emoción que provoca. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario